miércoles, 26 de noviembre de 2014

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El día que tus labios se posaron en los míos, fue el día que comencé a vivir, ese día creí en la magia y me encargué de congelar el tiempo para no dejar ir ese momento.
Tímidamente tomé tu mano y la recargué en mi pecho: ¿Lo puedes escuchar? Mi corazón grita su amor. Qué suerte la mía de haberte encontrado, qué suerte la mía que por fin hayas llegado.
Yo soy quién congelará el tiempo, y alejará las tinieblas y protegeré tu corazón antes que al mío.

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